LAS POSTURAS Y GESTOS LITÚRGICOS

Aprovechamos la ocasión que nos permite esta sección del Boletín dedicada a la formación, para agradecer a los hermanos que han asistido a las distintas jornadas formativas que se están desarrollando a lo largo de los ciclos de formación que se llevan celebrando en esta legislatura. Como ya hemos dicho en ocasiones anteriores, es propósito de esta Junta de Gobierno, poner en alza e incidir en el área formativa de la Hermandad. Cuando finalicemos este curso cofrade finalizaremos a su vez el II Ciclo de Formación, y que continuarán otros tantos en los cursos cofrades venideros. Es por ello, en aras a dotar de contenido el plan formativo de la Hermandad, por lo que también y aparejadamente, se destinó una sección del Boletín a la formación. 

En esta ocasión, expondremos de forma sintética un tema que a todos los que asistimos al culto de la Eucaristía nos interesa, como son las posturas y gestos litúrgicos.  

Todos sabemos que durante la celebración de la Eucaristía debemos adoptar unas posturas corporales y gestos, que en su conjunto expresan “un signo de unidad”, los cuales tienen cada uno su significado, no siendo meramente ceremoniales. Cada postura que tomamos en la Eucaristía, enfatiza el significado de la acción en la que estamos participando en ese momento. Estas posturas, que no es necesario explicar en que momento tenemos que adoptarlas, ya que por todos es conocido, son tres: de pie, que significa respeto y honor; de rodillas, que simboliza penitencia y/o adoración; y sentado, la cual se adopta para escuchar y meditar.

Además, como hemos dicho, fuera de las posturas propias de la misa hay otros gestos. Uno de ellos y mas común, es la señal de la Cruz, con la que damos inicio a la Misa y con la que ésta concluye. Otro gesto es por ejemplo golpear nuestro pecho, durante el “Yo Confieso”, con el que nos hacemos mas conscientes de que nuestro pecado es por nuestra culpa.

Pero queremos traer a colación dos gestos o posturas reverentes como son la inclinación y genuflexión. La inclinación indica reverencia y honor, y puede ser inclinación de cabeza, o inclinación de cuerpo o profunda. La inclinación de cabeza se hace al nombre de Jesucristo, de la Virgen o del santo. La inclinación de cuerpo o profunda, que se hace desde la cintura, se debe hacer en el Credo, al iniciarse las palabras “por obra del Espíritu Santo…”, al obispo cada vez que se le sirva o se pase por delante de él, y antes y después de las incensaciones. Además, todas aquellas personas que suban al presbiterio para realizar alguna función, como por ejemplo los lectores, deberán hacer inclinación profunda al altar, que simboliza a Cristo, y no al sacerdote, como equivocadamente se hace a veces. Lo mismo se hará al marcharse.

En cuanto a la genuflexión, se hace doblando la rodilla derecha hasta el suelo. Es signo de honor, reverencia y respeto. Está solo reservado para el Santísimo Sacramento y la Santa Cruz en la Liturgia del Viernes Santo. Por lo que haremos genuflexión ante el sagrario y ante la presencia de Jesús Sacramentado. Hay que tener claro que en ningún caso se hace genuflexión a las imágenes.